El mercado comienza paulatinamente a cambiar.
Durante los últimos años se ha visto aparecer un fenómeno que está llamando la atención: La creciente compra de oficinas por parte de mujeres.
En esto habla claramente de mujeres emprendedoras, que privilegian la adquisición de unidades para este fin en sectores emergentes de oficinas, con la intención manifiesta de ocuparlas en sus respectivas profesiones, al contrario del uso habitual para arriendo que dan los hombres, en estos casos.
Estos son los denominados ‘espacios profesionales’, lugares donde pueden trabajar en conjunto en la misma oficina, desde dos a cinco o seis personas, donde éstas no necesariamente son del mismo rubro o pertenecen a la misma empresa, pero sí trabajan en el mismo espacio físico, ocupados con mujeres dedicadas a la arquitectura, derecho, terapias alternativas o centros de estéticas, entro otros.
Estilo de vida
Este creciente interés de las mujeres por comprar o arrendar oficinas se explicaría por el cambio en la dinámica de vida de las nuevas generaciones. El desarrollo profesional se volvió prioritario para las mujeres, pero al mismo tiempo, quieren poder manejar sus tiempos para disfrutar de actividades no laborales o de sus familias. El trabajo independiente se volvió una alternativa para esas mujeres y, lógicamente, muchas requieren oficinas para concretarlo.
Ahora bien, las dinámicas de compra son distintas a las que se observan en las viviendas.
En el caso de las casas o departamentos, el 70% o más de las cotizaciones son de mujeres. Es ella generalmente la que propicia, inicia e incentiva la búsqueda y compra de una vivienda. En el caso de las oficinas, la proporción cambia, teniendo los hombres mayor participación en la cotización.
Sin embargo, esto está muy relacionado con el tipo de oficina: aquellas más tradicionales y de grandes formatos son cotizadas por encargados de empresas, mientras aquellas de menor formato y ubicadas en sectores menos tradicionales y colindantes con zonas residenciales son generalmente más atractivas para mujeres.
También, es preciso consignar que hay mujeres, aunque en un número menor, que compran con el fin de poner estas propiedades en arriendo, lo cual también pasa en las viviendas.
Estas mujeres jóvenes, entre 28 y 35 años, que no necesariamente cuentan con grandes ingresos o capital propio, pero sí tienen acceso a crédito y están preocupadas por su futuro, advierten que el invertir es una oportunidad para mejorar sus rentas en el largo plazo.
Para ayudar en la búsqueda de estas inversionistas, el mercado ha ideado estrategias, técnicas y nuevas tecnologías que ayudan a la optimización del tiempo, a través de mapas de georreferenciación, videos, mejor fotografía, atención exclusiva de búsqueda y captación, que acercan a las clientes a conocer el entorno y la propiedad.
Por otra parte, es necesario contar con técnicas de apoyo a la parte vendedora, entregando una asesoría cuando sea necesario mejorar un bien raíz y sus atributos, y haciéndolo más atractivo para facilitar su venta.
Fuente: El Mercurio