Hace un par de semanas se instaló en el debate público la preocupación de que los proyectos inmobiliarios que se estaban construyendo en algunos sectores de la capital eran parecidos a unos guetos modernos. Las imágenes eran realmente impactantes y los testimonios de los vecinos mostraban que allí hay algo que se está haciendo muy mal. El gueto es un espacio urbano donde existe una excesiva concentración de personas habitando en él. Este hacinamiento afecta sus condiciones de vida al no existir espacios ni servicios suficientes para atender a todos los que allí viven.
En nuestra ciudad se ha creado una forma preocupante de tratar el tema de la densificación urbana. Sin duda somos cada vez más personas que habitamos en ciudades, por lo cual es correcto que aumente la densificación, pero la forma en que se está haciendo atenta en contra del bienestar de las personas al no entregar condiciones aceptables de habitabilidad. Es la frustración de la esperanza de tener una vivienda digna.
La explicación para que hayamos llegado a esto es la imposición de los intereses de las empresas inmobiliarias para maximizar sus ganancias sin ninguna consideración por las condiciones de habitabilidad que tendrán las personas y afectando a la ciudad al crear espacios urbanos saturados. Aprovechándose de la necesidad de vivienda de una clase media modesta, que con mucho esfuerzo logra acceder al crédito que le permita tener un departamento, acrecientan su riqueza.
Tenemos que avanzar hacia una densificación urbana a escala humana. Esto implica contar con espacios comunes y áreas verdes para tener la posibilidad de crear una convivencia entre los vecinos. Tener los servicios de calidad que satisfagan las necesidades de lo que implica vivir en comunidad también es un aspecto importante. Esto no se logra hacinando a las personas.
Para lograrlo hay que terminar con la desregulación existente en materia de planificación urbana de nuestras ciudades, que es la que ha permitido que sean los intereses empresariales inmobiliarios los que definan el crecimiento urbano. Y esto es un problema político. Los intereses son poderosos, pero es una lucha que es necesario dar, porque aquí está en juego el hacer prevalecer el bien común por sobre los intereses inmobiliarios.